viernes, 12 de mayo de 2017

La decadencia

Una temporada mala ha sido sucedida por otra aún peor. Las razones son múltiples pero tienen como base los continuados errores en la toma de decisiones desde la cúpula. La apuesta por entrenadores y gestores sin bagaje –algunos solamente por ser amigos de la propiedad-, el ninguneo a trabajadores válidos y la confianza en pseudoprofesionales cuyo único mérito consiste en decir a los gerifaltes lo que quieren escuchar nos ha llevado hasta aquí. Porque aunque se empeñen algunos en  predicar lo contrario, los problemas no son únicamente deportivos. Al contrario: los problemas deportivos vienen causados por las deficiencias organizativas.

El VCF va cuesta abajo y sin frenos, y lo único que ahora hay que  comprobar es si la dinámica se mantiene o poco a poco se va aprendiendo de los errores y corrigiéndolos.

Los cambios se van a producir. La figura de la presidencia cambia, pero al ser únicamente una estatua decorativa esto no significa nada. Hay un nuevo director general, Mateu Alemany, conocedor del mundillo, un nuevo director deportivo, Alexanko –nunca ha ejercido esta función pero está claro que es un hombre de fútbol-, y un nuevo entrenador, Marcelino García. Marcelino es el entrenador indicado para sacar rendimiento a una plantilla. Esto es indudable. También es un especialista en generar problemas, y lo que también es seguro es que su salida, cuando se produzca, será incendiaria.

Pero al final, muchas decisiones van a seguir tomándose en Singapur según los caprichos personales de Peter Lim. El futuro dependerá de la libertad operativa que éste otorgue realmente a los nuevos cargos y de lo acertados que estén. El presupuesto para la plantilla será muy limitado y tendrán que actuar con imaginación y asumiendo riesgos. El tiempo dictará sentencia sobre sus decisiones.

Para terminar sólo quiero dar las gracias a Voro, hombre de club implicado, humilde y trabajador que nos ha sacado de mil entuertos y se ha hecho merecedor de los mayores reconocimientos históricos por parte del club. Y también a la afición, siempre denostada por gente sin valores que no sabe lo que tienen que aguantar, y que partido a partido, año tras año, a las duras y alas maduras, siguen al lado del equipo de sus amores.

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